Cuando Oriol atravesó los Pirineos en febrero de 1939, herido por una granada, con lo que parecía la última retaguardia de los republicanos después de la derrota en la Guerra Civil, desapareció en una tormenta de nieve. Su hermano Arcadi hubo más suerte, pues se exilió en México, sin nunca olvidar a Oriol, pensándolo todavía vivo, sin duda pianista en otro país de exilio.
Su nieto, al presentar una charla en Argelès-sur-Mer sobre los acontecimientos de esta época y los campos de concentración que esperaban a los republicanos que llegaron a Francia, descubre sesenta y cinco años más tarde que la historia familial, la leyenda de un tío muerto en una cueva de los Pirineos apesar de los deseos de su abuelo, tal vez era falsa.
Durante su investigación llena de esperanza, abre unas paginas sobre ese período de la guerra, los hechos de desconocidos que ayudaron a los refugiados, héroes olvidados como el gigante cabrero Noviembre Mestre, que ayudó republicanos a pasar en Francia y después judíos a huir para España, o Isolda, la enfermera cirujana que lo aprendió todo por sí sola. Y aunque la realidad del tío no alcanzaba de lejos la imagen que tenía de él, hay que enfrentarse a ella y aceptarla como puede.
Cuando Oriol abrió los ojos se encontró envuelto en una manta, dentro de una casa en la que no había estado nunca y acompañado por una cabra que le olisqueaba insistentemente las rodillas; lo último que recordaba era su batalla descarnada e inútil contra las borrascas del Pirineo; más allá de la cabra y de sus pies, vio a un hombre gigantesco, medio arrodillado frente a la chimenea, que alimentaba con troncos el fuego. Esa sorpresa inicial, que no duró más que un instante, fue interrumpida por el dolor que tenía en la pierna; sin el entumecimiento beatífico que le había procurado el frío de la montaña, el dolor era de una intensidad insoportable, tanto que soltó un quejido que hizo a la cabra replegarse contra la pared y al gigante girar en redondo e incorporarse con alguna brusquedad.La fiesta del oso (ediciones Mondadori, 2009, 157 páginas), escrito por Jordi Soler (Veracruz, México, 1963), escritor méxicano viviendo en Barcelona.
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