John Prescott G. no se encuentra bien. Y con los electrochoques, además de la bala que recibió en la cabeza, digamolos así: está en un tris de se poner completamente loco. Hasta su nombre del cual no se recuerda sin su papelito con los datos esenciales de su vida. Sin embargo, el policía de la Interpol precisa volver en sí para resolver el caso de los dos hermanos peruanos que fueron descubiertos picadillados a machetazos en un apartamento de lujo en París.
El caso se pone ainda más extraño con la presencia de una jovencita superrica a quien no le gusta llevar ropa interior y de su amiga con los ojos hechiceros que quieren entrar en una zona de guerra cerca de Freetown, en Sierra Leona.
Daisy Valentine suspiró y volvió a consultar el papel.Gente bastante extraña (editorial Espasa Calpe, 2001, 194 páginas), fue escrito por Juan Madrid, escritor español nascido en Málaga en 1947.
— Han encontrado huellas recientes en el apartamento, que llevaba seis meses sin habitar. Los hermanitos Gándara habían llegado de Frankfurt el mismo día. Pero hay más, Prescott, han encontrado unas bragas de mujer escondidas en el sofá, unas bragas Enrico Verossimo, recién compradas en Save to Women Life. La puta era de las caras, vaya que sí, y tuvo un olvido, siempre ocurre algo así, ¿verdad? Ya han ido a la boutique y han comprobado quién las compró. La tarjeta de crédito está a nombre de una tal Regina María de la Concepción Teodulda Sartoris Dos Santos, la zorra, que vive en Saint Tropez. Pero espérate, Prescott, ¿a que no sabes cómo habían firmado el comprobante? Pues como «Sombra de Luna», ¿qué te parece?
— Sombra de Luna, repitió.
— Lo más raro es que en la tienda hubiesen aceptado esa firma sin ningún comprobante.
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