La experiencia de la montaña, Ernosto la tuvo con su padre desde pequeño. Aficionado a la adrenalina, hizo montañismo, kayak, ski, paracaidismo, pero al final, es su experiencia con el Aconcagua a los 23 años que sigue siendo su memoria la más fuerte.
Con este romance, nos cuenta las dificuldades técnicas del andinismo y de la altitud, el frío intenso y la falta de oxígeno que hacen de cada paso una ecuación entre la energía usada y la meta para alcanzar, esta cumbre tan leja a los 6.000 metros de altura. Nos cuenta también las lecciones de vida que aprendió en las pendientes, los lazos fuertes que se hicieron con son padre, y la sabiduría adquirida por el tiempo, por el facto de ser padre a su turno.
Derretimos nieve para obtener un poco de agua para el desayuno. Mi viejo, con su mirada baja acercaba la taza de café a sus labios dando pequeños sorbos a la reconfortante bebida humeante. Pero no dijo nada. Tampoco alzó su vista. Parecía absorto en la suave danza que el vapor del café caliente hacía frente a su rostro. Cuando terminó, como cumpliendo con el ritual implícito, enjuagó su tasa con nieve y se vistió para salir sin decir ni una palabra. Yo lo seguí y lo encontré mirando al Este.Romance con la Muerte, Mi aventura con el Aconcagua (ediciones lulu.com, 2014, 184 páginas), escrito por Ernesto Romito.
Poco a poco, el campamento comenzó a cobrar vida, pero nadie mencionó una palabra de aquel tema. El luto se diluía junto con las nubes que comenzaban a dar paso a los primeros rayos de luz que comenzaron a encender los colores de las carpas que descansaban bajo la nieve.
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