Después de su desplazamiento de España a los Estados Unidos, en la pequeña ciudad universitaria de Urbana, el narrador encuentrase con el tiempo necesario para escribir su primer libro. Pero le faltaba material para eso, como le faltaba experiencia en la vida. Todo lo encontró durante estos dos años allí, y más precisamente en su amistad con Rodney, un veterano de Vietnam submergido en su pasado y en un episodio particularmente traumatizante.
La historia les reune a lo largo de quince años, y la comprensión del personaje va se hacer más aguda con sus experiencias personales, entre las cuales el encontro con el éxito literario, un tema que abordaban mucho los dos hombres durante sus conversaciones en los bares de Urbana.
— Me gusta -me interrumpió Rodney.La velocidad de la luz (editorial TusQuets , 2005, 305 páginas), escrito por Javier Cercas, escritor español nascido en Ibahernando, Cáceres, en 1962, y por lo cual recibió el Premio Arzobispo Juan de San Clemente, el premio Cartelera Turia y el Athens Prize for Literature.
— ¿Qué es lo que te gusta? - pregunté, atónito.
— Que aún no sepas de qué va la novela -contestó-. Si lo sabes de antemano, malo: sólo vas a decir lo que ya sabes, que es lo que sabemos todos. En cambio, si aún no sabes lo que quieres decir pero estás tan loco o tan desesperado o tienes el coraje suficiente para seguir escribiendo, a lo mejor acabas diciendo algo que ni siquiera tú sabías que sabías y que sólo tú puedes llegar a saber, y eso a lo mejor tiene algún interés. -Como de costumbre, no supe si Rodney hablaba en serio o en broma, pero en esta ocasión no entendí ni una sola de sus palabras. Rodney debió de notarlo, porque, echando a andar de nuevo, concluyó-: Lo que quiero decir es que quien siempre sabe adónde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho.
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